Hablar de perdón y paz hoy en Rusia, seis meses después de la invasión de Ucrania, es "arduo". "Hace falta mucho valor", dice monseñor Paolo Pezzi, cabeza de la Archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú. El arzobispo católico no se cansa: "aunque muchos de mis fieles y ciertos círculos de Italia y Europa no lo entiendan".
Paolo Pezzi, que llegó por primera vez a Rusia como misionero en Siberia en 1993, explica cómo las sanciones occidentales pesan en la vida cotidiana de los rusos, pero también que "hay un aspecto de este pueblo que los occidentales no comprenden y tienden a subestimar". Para el Arzobispo de Moscú "ser testigo del perdón como una experiencia no es posible, sino también presente. Es una tarea verdaderamente ardua porque a menudo entre mis fieles hay personas que no entienden y no aceptan el lenguaje del perdón".
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